Coucou!
Siguiendo con los post sobre mi boda de cuento hoy os enseño la segunda parte del gran día: la ceremonia.
De la decoración de la iglesia se encargaron Ainhoa&Co. Yo quería algo rústico, con mucho eucalipto, y así fue. En cada banco había un ramillete con eucalipto, siemprevivas y otras flores silvestres, anudado al banco con paja. En los escalones del altar 6 grandes cestos llenos de eucalipto que olían de maravilla.
Yo misma me encargué de hacer unos paipais de Hechoporkit para sofocar el calor de los invitados en la iglesia y también hice los misales, siguiendo el estilo de las invitaciones, para que todos pudieran seguir la ceremonia.
Cuando entramos en la calle que enfilaba la iglesia y vi las puertas abiertas con toda la gente dentro el estómago me dio un vuelco tremendo y le dije a mi padre: «Papá, ahora estoy empezando a ponerme muy nerviosa». Siempre había «temido» ese momento y no me equivoqué. A pesar de lo tranquila que había estado durante todo el día, ahí se me acumularon todos los nervios.
Fer estaba aún en la puerta con su madre y, él también con los nervios a flor de piel, entró en la iglesia agarrado a su madre (y no al contrario, como debería ser lo normal!).
En mi obsesión por que todo el mundo estuviera dentro de la iglesia cuando yo llegase, todos se lo tomaron tan al pie de la letra que ni los niños que hacían de pajes estaban en la puerta, ni mi hermana ni mis amigas tampoco para ayudarme con el vestido. Allí que me vi, en la puerta, con un sol de justicia pegando de lleno, con cientos de ojos fijos en mi y mi padre que, como pudo, me colocó la cola y el velo mientras sujetaba la cajita con las alianzas y los anillos.
Empezó a sonar «River flows in You» de mano de los violines y el chelo que habíamos contratado, el corazón me iba a mil por segundo, y mi padre y yo comenzamos a andar. Veía a Fer y su madre en el fondo, que me sonreían. Al llegar al altar y ponerme a su lado comencé a relajarme de nuevo.
Mi madre abrió la ceremonia, que resultó muy amena gracias a un cura joven y alegre.
De pronto un órgano y un tenor empiezan a interpretar el Ave María. Primera sorpresa de mi madre y su marido. Precioso.
El intercambio de anillos y arras lo hicimos subida en el altar, de frente a todas las personas que se habían reunido allí para acompañarnos.
El toque final de la ceremonia lo puso la abuela de Fer, con un discurso súper emotivo y especial que hizo que todos y cada uno de los presentes soltase una lagrimilla.
Aquí podéis ver el trailer de la boda
A la salida, como manda la tradición, kilos de arroz que preparé en saquitos de yute con nuestro sello.
Os dejo las fotos de la ceremonia.
¡Feliz semana!
Fotos: Víctor Aláez